Prácticas macabras realizadas por los indígenas de Costa Rica a la llegada de los españoles


Homer Dávila | Ya vimos que la Leyenda Negra fue una maquinaria propagandística creada, financiada y mantenida por los enemigos del Imperio Español durante más de tres siglos. En la actualidad, pocos creerían que esta se mantiene viva, pero como vamos a ver a continuación, aún sigue más viva que nunca, ya que fue esparcida no solo en el mundo no hispano, sino además malévolamente empezó a ser divulgada en los sistemas educativos hispanos, haciendo aún más popular el discurso de «que no hubo descubrimiento de América sino un genocidio llevado a cabo por España», y para ello el arista más sensible que los promotores del siglo XXI han utilizado es el indigenismo, queriendo hacer ver una imagen que no es real en la cual los pueblos nativos de América aparecen de forma idealizada y romántica, al mejor estilo de la fábula del francés Jean-Jacques Rousseau, quien fantaseó con la existencia de un socialismo natural en el cual el ser humano de la antigüedad era noble y pacífico; fábula que no concuerda con los registros fósiles actuales donde se demuestra que si el Homo sapiens tuvo éxito por sobre el Homo neanderthalensis y otros competidores, fue gracias a la frialdad, dureza e inteligencia con la que actuó para sacar ventaja en casi todos los sentidos.

Excavación de tumba de 500 años en San Ramón de Alajuela, Costa Rica.

Son ampliamente conocidas las prácticas de poblaciones o imperios indígenas de América, tales como Mayas, Aztecas e Incas con respecto a los sacrificios humanos, por un lado para honrar a sus dioses y por otro, para acabar con sus enemigos. Sin embargo, aún quedan muchos casos de pequeñas tribus indígenas de otros países hispanoamericanos de las cuales por diferentes razones se ha evitado ahondar, y acá voy a referirme con algún grado de detalle del caso de las tribus indígenas del territorio que hoy ocupa Costa Rica en América Central.

Es necesario desechar la intención de romantizar o idealizar al bando español o al bando aborigen o nativo americano, en el tanto en que la visión con la que podríamos abordar la interpretación de los hechos ocurridos hace cinco siglos está fuera de contexto; sin embargo, dejemos claro una cosa, nuestra existencia en Hispanoamérica solo ha sido posible gracias a que fue España la que descubrió y conquistó el Nuevo Mundo. De haber sido el descubrimiento y la conquista realizada por los ingleses, franceses u holandeses, hoy no estaríamos acá; pues la historia ocurrida en Canadá y los Estados Unidos se habría repetido de par en par en cada uno de nuestros países. Quiero decir: campos de concentración, ejecuciones sumarias, exterminios masivos y en el mejor de los escenarios el racismo o esclavismo. De ello las poblaciones nativas de esos dos países son el vivo ejemplo de que no es cierto que una América colonizada por los ingleses estaría mejor que la actual; sencillamente no existiríamos, tal y como ocurrió con los nativos de Australia y Tasmania cuando los ingleses desembarcaron con James Cook. Más adelante veremos cómo los ingleses cuando intervinieron en Hispanoamérica fue a costa de asesinatos sumarios, vejaciones y esclavismo, como es el caso de la llamada Costa de Mosquitos.

No nos entretengamos más en preámbulos y vamos directo al grano.

¿PROSTITUCIÓN INFANTIL?

La primera vez que leí la carta escrita por el Almirante Cristóbal Colón fechada el 7 de julio de 1503 desde la isla de Jamaica no ha dejó de intrigarme un hecho que a todas luces da indicios de que la Leyenda Negra es falsa. En esa misiva el Almirante da cuentas al Rey de España con lujo de detalles lo acontecido durante su cuarto viaje, sus peripecias y sufrimientos y también las maniobras que tuvo que realizar para no morir en el huracán que asoló la costa de América Central durante aquel año; pero existe un dato que realmente es sorprendente. Y es que al narrar sus impresiones y los hechos que vio cuando arribó a tierra de Cariay (actual Provincia de Limón en Costa Rica), es imposible no detenerse en lo que quizás se pueda catalogar como el primer caso de prostitución infantil que se tenga registro en el Nuevo Mundo, realizado por las tribus indígenas.

Colón lo narra de la siguiente forma:

« En Cariay, y en esas tierras de su comarca, son grandes fechiceros y muy medrosos. Dieran el mundo porque no me detuviera allí una hora. Cuando llegué allí luego me inviaron dos muchachas muy ataviadas: la mas vieja no seria de once años y la otra de siete; ambas con tanta desenvoltura que no serian mas unas putas: traían polvos de hechizos escondidos. En llegando las mandé adornar de nuestras cosas y las invié luego á tierra: allí vide una sepultura en el monte, grande como una casa y labrada, y el cuerpo descubierto y mirando en ella.»

Es claro que el envío de las dos niñas indígenas de Cariay para Colón era una muestra de regalo sexual para que de alguna manera ellos pudieran obtener un trato preferencial con los españoles. Esto a la vez deja ver que la prostitución podría haber sido algo común en las poblaciones indígenas, y más aún la prostitución infantil. Ya se ha visto en otras poblaciones indígenas de América del Sur, como las de Salta Argentina, que los niños eran las víctimas más valoradas en materia de sacrificios humanos para atraer el favor de los dioses. De esta forma, quizás la prostitución infantil era algo más común de lo que se ha creído. Bueno, al menos esto es importante rescatarlo de la historia, porque es un hecho que ningún historiador de Indias ha ahondado jamás.

Hoy día la prostitución infantil es una actividad a todas luces repudiable y punible. Ya vimos que los indígenas de aquellos años no contemplaban la dignidad humana de los niños. Primer mito que hay que derribar. La dignidad humana, o la idea similar con la que podamos tocar lo que hoy significa este concepto, ya vemos que no existió en aquella época en la población indígena.  

ASESINATOS

Quizás el primer relato de un hecho atroz cometido por las poblaciones indígenas en el territorio de Costa Rica es el caso de Diego de Nicuesa (1478-1511), quien murió a los 33 años de edad en hechos que aún no están muy claros del todo, pero que apuntan a que fue asesinado por los indígenas en una región de lo que más tarde sería Nueva Cartago y Costarrica (hoy territorio anexionado a Panamá por medio de Colombia en 1836).

Diego de Nicuesa habría caído de una emboscada por parte de los indígenas quienes lo habrían asesinado en una playa¿? o mientras navegaba hacia la costa.

Sobre la muerte de Nicuesa no hay prueba contundente de cómo fue asesinado. Por algunos años se ha mantenido la versión de que murió en un naufragio en el mar Caribe de Costa Rica, pero también se sabe con certeza que los indígenas le odiaban por intrigas ocasionadas por una rivalidad con los compañeros de Rodrigo de Colmenares quien lo había llevado con intenciones de ser Gobernador en el actual Darién en Panamá.

Pero dejemos los derruidos huesos de Nicuesa y prestemos atención quizás el primer hecho de sangre que involucró a españoles e indígenas en Costa Rica.

El primer gran asesinato que conmocionó a los españoles fue el crimen contra Diego Gutiérrez y Toledo, Gobernador y Capitán General de Nueva Cartago (Costa Rica) quien se desempeñó en su cargo desde el 29 de noviembre de 1540[1] hasta diciembre de 1544.

Gutiérrez contó con la mala fortuna de toparse con la bravura de los indígenas cayendo en una emboscada que le costó la vida en una región conocida en ese entonces como Tierra Adentro, territorio que hoy ocupa el distrito de Tayutic en el cantón de Turrialba.

Diego Gutiérrez era pobre y padre de numerosa familia; sin embargo pudo conseguir los recursos necesarios para armas un hermoso navío, y en compañía de caballeros e hidalgos e lucida gente, aunque de poco número, arribó a la ciudad de Santo Domingo el 5 de julio de 1541. Conversando allí con el historiador Gonzalo Fernández de Oviedo, de quien era amigo, se manifestó animado de las mejores intenciones respecto de los indios, a los cuales proponía tratar muy bien. De esta forma se refirió el historiador Ricardo Fernández Guardia al capítulo que respecta Gutierrez. Diego no podía imaginar lo que le esperaba en Costa Rica, pues como veremos adelante, fue atrozmente asesinado durante una emboscada montada por los caciques Cocori y Camaquire a quienes había hecho prisioneros por no rendir vasallaje y por declararse en rebeldía.

En una nota enviada desde el Castillo de Carcimuñoz el 2 de julio de 1563 por Juan Vázquez de Coronado y Anaya (JVC) hace mención a la veracidad de los hechos que acabaron con la vida del Gobernador:

« Del teniente que dexe en Costa Rica tube cartas, despues que parti, como bino el Cacique de Tayutic otro dia despues de mi partida a la ciudad y dio la obediencia a V. Magestad Dize que el cacique de Suerre tiene la ropa y armas de Diego Gutierrez y de su gente para darmelo quando baya a su pueblo. Este berano, siendo Dios servido, me pienso ocupar en aquel rincon. Este cacique se hallo en la muerte de Diego Gutierrez; por mi ausencia no se hizo mas de recibirle por vasallo de V. Magestad…[2]»

Se sabe que la muerte de Gutiérrez fue bastante violenta, así como también de los soldados que lo acompañaban, por ejemplo, su cuerpo fue descuartizado y sus restos mortales esparcidos por todas partes. Inclusive sus acompañantes también fueron descuartizados y algunos documentos de la época hablan de que manos de personas fueran halladas por otros soldados españoles en el camino a Tierra Adentro.

El asesinato del Gobernador quedó impune y de los autores intelectuales solo se conoce el nombre Cocori y Camaquire. Un hecho relevante de esta historia es lo que señaló Ricardo Fernández Guardia, de que el asesinato de Gutiérrez y más de una veintena de soldados españoles estuvo atizada por aparentes vejaciones cometidas por ordenes del Gobernador contra los indígenas, y estos al ver que dos de sus principales eran prisioneros, armaron una tremendo avance armado que terminó con el descuartizamiento del Gobernador y sus solados. Estamos en presencia de un momento muy violento y convulso durante la conquista. Ya vemos que la imagen romántica de las poblaciones indígenas es solo un mito. Más adelante veremos dos hechos realmente impactantes que no solo causaron abominación entre los españoles, sino que aún hoy día existen personas que creen estos hechos como algo imposible.

Los asesinatos de españoles en manos de indígenas fue algo común durante todo el período de conquista y colonial, ya veremos en otra entrega cómo algunos de estos asesinatos han sido aplaudidos por las élites locales, y exaltados por académicos, historiadores, políticos y gente de la “calle”. El más célebre de ellos, los asesinatos cometidos el 28 de septiembre de 1709 en Talamanca por un indio llamado Pablo Presbere, del cual inclusive la escritora chilena Tatiana Lobo hizo apología del crimen, enalteciendo al asesino Presbere en una novela titulada Asalto al Paraíso la cual se suma a la obra negrolegendaria.

ENTERRAMIENTO DE PERSONAS VIVAS Y SACRIFICIOS HUMANOS

Hoy día sabemos que conforme retrocedemos en el tiempo, la crueldad y la muerte eran prácticas más comunes. En este sentido, el mundo actual en el que vivimos, y a pesar de parecernos muy violento, es en realidad cada día menos cruel de lo que era antes. Bajo este escenario acá quiero compartir uno de los hechos que más afean el hecho de la muerte, pues la muerte propiciada por otro ser humano siempre está envuelta en la violencia, y cuanto más planificada, pues más repulsiva nos resulta.

Así por ejemplo, una de las prácticas más comunes en las poblaciones indígenas era el esclavismo, la guerra y los asesinatos seriales.

Imagen con fines ilustrativos.

El primer relato y fuente documental que confirma los asesinatos macabros en Costa Rica provienen del primer Adelantado de Costa Rica don Juan Vázquez de Coronado y Anaya[3], quien pasó a la historia como uno de los más brillantes y nobles gobernadores españoles que tuvo la provincia española, quien vino a pacificar a las tribus indígenas.

Según narró JVC, el 7 de febrero de 1563 mientras se encontraba en una expedición por la región de Candelaria al Norte de la actual capital San José, procedió a enviar a 8 soldados a capturar a un cacique que se encontraba en rebeldía contra el Cacique Aqueceri (Aserrí), luego de capturar al rebelde cacique Tuarco (¿Guarco?), lo llevaron ante JVC quien se encontraba con los caciques Yurusti y Aqueceri, dando como resultado que el rebelde les contó el haber enterrado vivos a cuatro o seis personas con un difunto familiar suyo.

Este asesinato premeditado a la usanza indígena, era una práctica común entre las poblaciones indígenas; el sacrificio o asesinato de esclavos o sirvientes de los caciques o de familiares de los caciques que recién habían fallecido. Entiéndase que si un familiar del cacique poseía esclavos o sirvientes, y si este moría por causas naturales o bien por causas trágicas, entonces se procedía a enterrar vivos a los esclavos o sirvientes con él.

Veamos lo que dijo JVC:

« Hallaron el caudillo y soldados a este cacique Tuarco en gran borrachera, con un yndio muerto rebuelto en cantidad de mantas, con oro y otras cosas, encima de una barbacoa, a lo cual no se toco,  y lloravanle mas de sesenta indios y otras tantas yndias, a su modo, para le enterrar. Hizome gran lastima saber que quatro días antes avian muerto quatro o seys mochachos para enterrallos con el difundo, costumbre horrenda que estos tienen. Reprehendilo a todos en general y al Tuarco en particular y quedaron conmigo de no usar tan ynorme abuso, cosa a mi ver que por agora sera trabaxoso de quitar. [4] »

Esta práctica podía hacerse de dos formas, o bien sacrificando a las personas en vísperas de la muerte del principal o bien, enterrándolos vivos con el cadáver del difundo.

Este hecho ha sido poco notorio en el mundo de la divulgación histórica y arqueológica, pues a mi parecer luego de ver exposiciones museográficas sobre este período, nunca he podido hallar referencia alguna a estas macabras acciones de los indígenas. ¿Por qué un hecho tan relevante ha sido invisilizado hasta nuestros tiempos? Es decir, los indígenas o aborígenes no solo eran sociedad esclavistas, sino además tenían por costumbre ver con normalidad este tipo de prácticas asesinas.

De hecho, no existe libro alguno de historia, o de arqueología al menos de Costa Rica, que haya profundizado en estas abominables prácticas. ¿Por qué? Pues porque o bien esto no le sirve a la Leyenda Negra y también, porque sabemos con plena seguridad de que los círculos académicos poseen ya una ideología de izquierda con un discurso definido que dice explícitamente que no hubo descubrimiento de América, sino un genocidio provocado por España. Pero ya vemos que los hechos desmienten el discurso negrolegendario. Vayamos más adelante y veamos otro hecho aún más sangriento y obscuro de la historia.

EXTERMINIO DE POBLACIONES INDÍGENAS A MANOS DE INDÍGENAS

Está claro que las tribus autóctonas de América eran naciones que vivían enclavadas en el neolítico, y que contaban con un bajo desarrollo científico, filosófico y tecnológico, muy a pesar de lo que se ha intentado decir en recientes décadas. Así por ejemplo, no solo se contentaban con sacrificios humanos o con enterrar a los sirvientes o esclavos con sus amos muertos, no, sino que además tenían una tarea de exterminio masivo de la cual no existe una investigación profunda al respecto. De ello solo contamos con pruebas documentales y con evidencias de desaparición de tribus que en algún momento los primeros españoles llegaron a registrar y que luego con el pasar de los años, estas tribus desaparecieron en el misterio. Los academicistas insisten en decir y escribir que una merma en la población indígena o bien en la desaparición de tribus se debió a la mortandad provocada por la crueldad española y porque los españoles contagiaron a los indígenas de enfermedades que nunca habían padecido. Si bien, este último argumento podría parecer plausible, lo cierto es que no existe una sola evidencia o prueba que confirme esta hipótesis. ¿Dónde están esos estudios paleo-virológicos? Simple y sencillamente no existen, porque todo se debe a una conjetura. Conjetura falaz que la realidad actual termina por derribar, al notar que en hispanoamérica aún habitan enormes porcentajes de población indígena y que la mayoría de los hispanos de la región son en realidad descendientes de esos españoles y de esos indígenas. ¿Quiénes iban a ser nuestros ancestros sino fuera producto de la mezcla de sangre española e india? Vamos a ver que los principales enemigos y causantes de la reducción de la población indígena eran los mismos indígenas de otras etnias o tribus.

Una de esas tribus más asesinas fueron los llamados huetares, los cuales continuamente causaban la merma de poblaciones enteras de indígenas de otras etnias o tribus. Así lo dejó claro JVC en la carta dirigida al Presidente de la Audiencia de Guatemala, bajo las siguientes palabras:

« Llegue a la provincia de Pacacua; tuve entendido que me res-
cibieran bien; hallelos alçados, y por no saber si servian en
esta ciudad no pare en buscallos. Halle aqui un cacique con
nueve yndios mangues y sus mageres y hijos, que son por
todos 26, que no an quedado mas de seys o siete mill yndios
que estavan poblados en la Churuteca y Orotina, que todos
los an muerto y sacrificado los huetares, y estos no pasara año
que no muerieran todos: saquellos de alli con lagrimas de con-
tento, poblelos cabe al puerto de Landecho, ques en la Chu-
ruteca, propia tierra suya. Hame ynbiado Coquiba mensageros
y una patena de oro, cosa nueva para las guetares, diziendo
que por no estar alli no me avia visto y quel me ynbiara sus
principales: todas son mañas, y como veen que se les haze
daño y que les compelen a que sirvan, andanse burlando. Es
menester mostrarles mas dientes que hasta aqui, y aprovecha
poco pacificar esta tierra si los yndios no tienen a quien acudir.»

El relato anterior es muy claro, y contrasta definitivamente con la imagen inventada por la Leyenda Negra, donde se coloca a los españoles encarnado el papel de un Jack el Destripador serial. ¿Fueron los asesinatos raciales llevados a cabo por los huetares algo acostumbrado en América? A la luz de los estudios realizados en otros países, es claro que todas las distintas tribus indígenas eran guerreras, y se mantenían en constante disputa por recursos y territorios. Por tanto, no es descabellado afirmarlo a estas alturas. Que quede claro que esto no significa que los primeros españoles no cometieran vejaciones y asesinatos contra los indígenas, pues como la historia lo registra, también lo hacían contra los mismos españoles, en un comportamiento normal en toda sociedad. Época en la cual está por demás decir, de que muchas diferencias se arreglaban batiéndose en duelo.

Imagen ilustrativa de cabezas humanas empaladas

JVC nos presentó otro escenario más tras su visita al llamado Fuerte de Couto en Turucaca, una región de las llanuras del Sur de Costa Rica que hoy limita con Panamá y que está “bañada” por el río Térraba y el río Cocto, estas llanuras hoy día se conocen Ujarráz, Buenos Aires, Potrero Grande, San Vito y Térraba. JVC describe de esta forma lo que vio:

« Vimos una cosa muy notable, que estan alli las auruas[5] tan   
encarnizadas y son tan comunes las batallas y guaçabaras en-
tre los naturales, que luego como se da una grita acude tanta   
cantidad dellas que casi quitan el sol, entendiendo que a de 
aver cuerpos muertos en que se ceben. Tienen junto al fuerte 
un cerrezuelo en que ay mucha cantidad de cabeças y cuerpos 
muertos de los que en la guerra cautivan, que los sacrifican, 
sino son mugeres y niños, que los tienenpor esclavos hasta 
que mueren que mandan enterrallos consigo. Avia seys dias que 
avian sacrificado siete yndios de la provincia de Ara y estavan 
frescos los cuerpos; de razon no deben de comer carne umana; 
yo lo inquiri y me lo negaron.»

El pasaje anterior resulta grotesco de tan solo imaginar el olor fétido de los cadáveres descomponiéndose al aire libre, y más terrorífico aún, las calaveras humanas empanizadas en dicho fuerte, queriendo lanzar un mensaje de alerta para todo aquel que osase siquiera observar desde lejos el fuerte.

Más adelante, el 2 de julio de 1563 continuando con la expedición por la provincia, JVC envía desde el castillo de Carcimuñoz una carta  al emperador Felipe II donde confirma nuevamente:

« Estos naturales son riquisimos. Tienen continua guerra con   
sus comarcanos por robarse el oro que sacan de las minas, y   
sobre esto se cautivan unos a otros. A los hombre que toman
en la guerra a todos los matan y les cortan por trofeo las ca- 
beças; a los muchachos y megeres tienen por esclavos y para
sus sacrificios, y especialmente usan de una enorme cosa, que   
quando muere el señor manda matar y sacrificar a los esclavos 
que tiene y enterrarlos consigo, y este es el principal sacrifi- 
cio que entre ellos se usa, costumbre mas continuada entre   
estos que en ninguna parte de Indias. 
Esta gente es mucha pulicia; trataron conmigo verdad; 
responden a lo que se les pregunta; equivalentemente son be- 
licosos. Siembran y travajan las mugeres; ellos entienden sola- 
mente en pelear; hilan los viejos; sacan en un huso dos hilos 
de algodon juntos muy delgados. Las mugeres van a la guerra 
con sus maridos y ayudales dandoles varas y lanças y tiran
piedras, por cuyo respeto las llaman los Guetares y otras na- 
ciones biritecas, que es lo propio que amazonas. Andan estos 
naturales con grandes señales de heridas por las continuas 
guerras, que son tantas que las aves llamadas auras, cebadas 
en cuerpos muerto, en oyendo una grita acuden a ella enten- 
diendo que guaçabara[6] y cebo para ellas, y juntamente en tanto numero que cubren el sol.»

A todas luces lo que queda en evidencia es que efectivamente las poblaciones indígenas eran tribus que tenían la lucha, la guerra, la muerte y los asesinatos como una práctica común del diario vivir, y esto no podía ser de otra forma, porque así como el ser humano de la prehistoria empleaba estas técnicas contra otros que no pertenecían a su grupo o clan, así también los indígenas americanos lo hacían de forma eficaz a la hora de salir victorioso cuando se entraba en conflicto con otros grupo humanos que quería acceder a los mismos recursos o al mismo espacio. Esto termina por desmitificar de una vez por todas los argumentos de la Leyenda Negra que colocan a los indígenas tal y como Rosseau los pintó en el siglo XVIII. Y por si fuera poco, no existe discusión alguna de que los hispanoamericanos tenemos ancestros comunes en España y en las poblaciones indígenas nativas de América. ¿Es que acaso los estadounidenses, canadienses, franceses, holandeses, alemanes e ingleses mezclaron su sangre alguna vez?

Dejaré para más adelante la exposición de otro tipo de sacrificios humanos llevados a cabo por indígenas de la actual provincia de Guanacaste de origen maya y azteca cuando celebraban la llamada Fiesta del Maíz. Ya veremos que los sacrificios humanos al estilo azteca no solo eran un postre de aquella civilización.


[1] Grub, Udo. Gobernadores de Costa Rica durante el periodo colonial.

[2] Cartas de Juan Vázquez de Coronado. Publicadas por Ricardo Fernández Guardia. 1908. Véase: https://astrotourorg.files.wordpress.com/2021/05/cartas-de-juan-vacc81zquez-de-coronado-conquistador-de-costa-rica.pdf o también: http://www.cervantesvirtual.com/obra/cartas-de-juan-vazquez-coronado-conquistador-de-costa-rica-938098/

[3] Vázquez de Coronado fue Alcalde Mayor de Nueva Cartago en una primera instancia el 2 de abril de 1562, tomando posesión de su cargo hasta el 21 de noviembre de aquel año y finalizando su periodo a fines de mayo de 1564.

[4] JVC estrita el 4 de mayo de 1563.

[5]Zopilotes, nombre científico Cathartes aura

[6]Guaçabara:

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