H. Dávila | Llegan las 2:00pm del sábado y es el momento de cargar la buseta con los telescopios y demás equipos de observación astronómica. Son las 3 de la tarde y ya aquellos que nos acompañan en nuestro transporte nos esperan al costado Norte de la catedral de San José con sus mochilas donde portan sus abrigos, guantes, bufandas y demás pertenencias. Las personas abordan con una sonrisa y una emoción como nos comenta Nathaly quien junto con su novio y dos amigos se disponen a pasar una noche en el volcán Irazú para observar estrellas con AstroTours.

Una duración de 1 hora con 30 minutos y alcanzamos la cima del volcán en el mejor sitio de observación del cielo nocturno de toda Costa Rica. Para mi que soy un observador del cielo desde hace muchos años, siempre llevo conmigo un sentimiento de emoción y a la vez de temor, básicamente porque las noches en el Irazú son muy frías, tanto que hemos pasado ocasiones en que tiritamos sin control y no hay nada que nos calme esa sensación de «helación».


Ascendemos por las escarpadas y sinuosas carreteras de Cartago cada vez más y cada vez teniendo un paisaje aún más sorprendente. San José y Cartago estaban nubladas, pero a 2500 metros sobre el nivel medio del mar empezamos a vencerlas y con ello sorteamos un camino hacia un cielo despejado.

Son las 5 de la tarde y cuando descendemos de la buseta nos recibe un aire seco de 1% de humedad relativa y 7°C, bastante frío para el clima del Valle Central de Costa Rica. Y bueno, esa sensación es agradable. Mientras instalamos los telescopios y demás equipos, hay personas que se dan a la tarea de explorar el enorme cráter volcánico que sirve de escenario para una noche en el Irazú.
Pero no todas las personas vienen con nosotros en la buseta, la mayoría para mayor comida deciden viajar con su familia en sus propios vehículos y nos encontramos con ellos en el volcán.

A unos 70 metros del sitio de la telescopiada se ubica una especie de mirador desde donde se pueden vivir momentos sublimes observando el crepúsculo y además como si fuera poco, el volcán Turrialba, el hermano cercano del Irazú nos deja con la boca abierta. ¡Vaya, qué impresionante, nunca antes había visto esto Dios mío es bellísimo, y saber que bajo ese mar de nubes está mi Limón!, expresa Nathaly quien ha viajado dede Limón porque se enteró en la televisión y luego en Facebook de que hacíamos esta actividad que yo suelo llamar Telescopiadas.
Son pasadas las 6 de la tarde y ya hay oscuridad, las primeras estrellas aparecen en el cielo, invitándonos imaginarnos lo que vendrá. Cuando la noche termina por caer, no solo la oscuridad yace sobre nosotros, sino el frío. 4°C alrededor de las 7:30pm y sigue bajando la temperatura, mientras las personas se acercan a echar un vistazo a la estación meteorológica que instalamos en el lugar.

Una charla de astronomía atrae la atención de todos, mientras vamos recorriendo con nuestras miradas el láser que señala las constelaciones. «Por allá esta apareciendo la Osa mayor, si ustedes la observan detenidamente verán que se asemeja mas buen una sartén invertida» les digo mientras todos observan sorprendidos.
«Vuelvan a ver esa figura que se aprecia acá, cuenten, uno, dos y tres. Esta es Vega en la constelación de la Lyra, acá Deneb en el Cisne y esta otra es Altair en la constelación del Águila. Esto es el Triángulo de verano. Uno de los más famosos asteriscos del hemisferio Norte.» agrego mientras ya nos disponemos a observar con los telescopios alguno de los cuerpos celestes más brillantes de la noche.

La observación con telescopios se desarrolla mientras las personas se sorprenden al observar por el ocular y ver con aumento las estrellas, las mismas que parecen inalcanzables ahora están tan cerca de nosotros que termina por emocionar a muchas personas. Todo ello ocurre mientras aprovecho para contarles que no todas las estrellas son iguales, sino que siguen patrones diferentes conforme a su composición química, edad, masa y otros datos astrofísicos, hablándoles de Hertzsprung-Russell. Es el momento en que las dudas y las preguntas empiezan a surgir y cada persona busca tomar la palabra para preguntar o comentar sus experiencias observando el cielo.
Unos minutos para disfrutar de bebidas calientes como chocolate o agua dulce acompañado de empanadas tradicionales nos recargan las baterías a todos, y es el momento idóneo para conocer a otras personas que también han venido a la telescopiada porque son aficionados a la astronomía.
Quizás a estas alturas ya no queda tiempo ni palabras para expresar el sentimiento que nos surge al observar el cosmos como nunca antes lo habíamos observado.

La actividad se extiende por horas hasta que ya el cansancio momentáneo y los objetivos llegan a su fin y es el momento de finalizar, al menos por ahora, porque no nos cansamos de fundir nuestra mente con la inmensidad del universo. Todo termina y nos retiramos a descansar y a salvaguárdanos del frío. Las personas se despiden agradecidas por la experiencia y quizás la mayoría de ellos vuelven a sus hogares siendo un poco más conscientes del mundo y de la vida.

De forma personal siempre me queda el mismo pensamiento: cuán maravilloso es el universo. Soy uno de esos hombres privilegiados pues he dedicado toda mi vida la he dedicado a hacer lo que quiero, lo que me gusta, materializando ideas sin esperar por ello exclusivamente riquezas materiales. Para mi la astronomía me ha querido hacer uno de los más bellos regalos al darme la revelación más hermosa, la epifanía del universo: que no somos espectadores del cosmos, sino parte de él.

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